El ejemplo de Hematocrítico ha sido de momento el último (no el único) de lo que puede lograrse con algo que, en otros ámbitos fuera de la Red, no pasaría de mera ocurrencia. La idea, el concepto de tróspido, es fundamental para entender lo que ha conseguido este bloguero, tuitero y figura activa de las redes sociales. A través de páginas como El Hematocrítico de Arte, una brillante deconstrucción de obras clásicas de la pintura, o de su cuenta de Twitter, arrastra a una legión de seguidores (cerca de 9.000 en la red de los 140 caracteres) que disfrutan de su punzante sentido del humor y de su visión de la realidad más allá de la convencional. Tróspido, esa extraña palabra recogida por primera vez hace unos años en Galicia y de sentido no tan difuso como algunos han querido ver, ha sido protagonista en las últimas semanas en Twitter, donde ha llegado a ser trending topic mundial.
La razón no deja de ser curiosa. Un programa de televisión, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, de Cuatro, en el que cinco “solteros de oro” buscaban a su mujer ideal con la inestimable ayuda de sus progenitoras, provocó el fenómeno. Hematocrítico lo vio claro. Los protagonistas encajaban como un guante en ese adjetivo. Eran tróspidos. El programa, además, plagado de situaciones que provocaban el asombro o la risa del espectador, era perfecto para verlo en compañía y comentar con detalle todo cuanto sucedía allí. Cuantos más, mejor. Así que Twitter era el medio perfecto. Para ello, claro, era necesario un hashtag que agrupara todas los tuits, pero no el que proponía la cadena televisiva. #hijostrospidos definía mucho mejor lo que ocurría en la pantalla del televisor que un demasiado críptico (pero convencional) #QQCCMH.
A la broma se unieron en masa los seguidores de su promotor, algunos también con gran respaldo en Twitter como @vigalondo. Y así, programa tras programa, la marea que seguía las evoluciones de conquistadores y aspirantes creció para llevar a los hashtags lanzados por el promotor de la idea (#madrestrospidas, #lunestrospido) a lo más alto, hasta convertirse en TT mundial. Algo que ni siquiera rozó la etiqueta oficial y que sorprende sobre todo si se tiene en cuenta que se trataba de un programa con una audiencia moderada, superior a la media de la cadena pero ni mucho menos de consumo mayoritario en España. En el programa final, y como forma de protesta por la manera en la que la cadena trató de aprovechar en su beneficio el término tróspido sin reconocer en toda su dimensión al autor de la idea, renunció a él para proponer un nuevo término bajo el que seguir la emisión: #literatura. Y, de nuevo, lo esperado. Un nuevo tanto para Hematocrítico y de nuevo TT mundial.
Es sólo un ejemplo, ya lo decíamos al principio, ni el primero ni el último, de la forma en la que funciona Twitter, de su imprevisibilidad, de su espontaneidad y de cómo en ocasiones la estrategia de comunicación de los grandes medios no puede luchar contra la decisión voluntaria del público de mantenerse ajeno a sus mandatos.
La razón no deja de ser curiosa. Un programa de televisión, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, de Cuatro, en el que cinco “solteros de oro” buscaban a su mujer ideal con la inestimable ayuda de sus progenitoras, provocó el fenómeno. Hematocrítico lo vio claro. Los protagonistas encajaban como un guante en ese adjetivo. Eran tróspidos. El programa, además, plagado de situaciones que provocaban el asombro o la risa del espectador, era perfecto para verlo en compañía y comentar con detalle todo cuanto sucedía allí. Cuantos más, mejor. Así que Twitter era el medio perfecto. Para ello, claro, era necesario un hashtag que agrupara todas los tuits, pero no el que proponía la cadena televisiva. #hijostrospidos definía mucho mejor lo que ocurría en la pantalla del televisor que un demasiado críptico (pero convencional) #QQCCMH.
A la broma se unieron en masa los seguidores de su promotor, algunos también con gran respaldo en Twitter como @vigalondo. Y así, programa tras programa, la marea que seguía las evoluciones de conquistadores y aspirantes creció para llevar a los hashtags lanzados por el promotor de la idea (#madrestrospidas, #lunestrospido) a lo más alto, hasta convertirse en TT mundial. Algo que ni siquiera rozó la etiqueta oficial y que sorprende sobre todo si se tiene en cuenta que se trataba de un programa con una audiencia moderada, superior a la media de la cadena pero ni mucho menos de consumo mayoritario en España. En el programa final, y como forma de protesta por la manera en la que la cadena trató de aprovechar en su beneficio el término tróspido sin reconocer en toda su dimensión al autor de la idea, renunció a él para proponer un nuevo término bajo el que seguir la emisión: #literatura. Y, de nuevo, lo esperado. Un nuevo tanto para Hematocrítico y de nuevo TT mundial.
Es sólo un ejemplo, ya lo decíamos al principio, ni el primero ni el último, de la forma en la que funciona Twitter, de su imprevisibilidad, de su espontaneidad y de cómo en ocasiones la estrategia de comunicación de los grandes medios no puede luchar contra la decisión voluntaria del público de mantenerse ajeno a sus mandatos.
2 comentarios:
Hombre, por fin me entero de qué era esa cosa rara que ponía sobreimpresionada en la pantalla cuando anunciaban este programón... no me refiero al hashtag -hasta ahí llego-, sino a "ese" hasthag #hijostrospidos.
Si es que aquí las cosas cambian más rápido que deprisa
:-)
:_______________)
Publicar un comentario