Cuando la industria de la música o la cinematográfica se lamentan del daño que les hace Internet, concretamente las páginas de descargas que funcionan (o funcionaban, tras la aprobación de la ley Sinde) en un limbo legal, a menudo olvidan que la Red es, también, la tabla de salvación a la que deberán recurrir para mantenerse vivas. El modelo de negocio que ha estado vigente en los últimos años se agota, gracias a o por culpa de las nuevas tecnologías y a un mundo digital casi imposible de maniatar. Pero el hecho de que un modelo muera no implica, necesariamente, que no existan alternativas para que la industria del entretenimiento genere ingresos. En el mundo de la música experiencias como iTunes o Spotify, aún en crecimiento, permiten vislumbrar opciones diferentes a la compraventa tradicional.
El cine, de momento, llega tarde a su encuentro con la Red, aunque algunas experiencias plantean salidas a una complicada situación. Porque, es verdad, la existencia de una fuente casi ilimitada de contenidos a la que cualquier internauta tiene acceso instantáneo y, además, gratuito, representa una amenaza ante la que son precisas soluciones ingeniosas. Y es difícil convencer al público de que es necesario que realice un pago por lo que ahora consigue de manera gratuita para que, así, los creadores puedan seguir realizando las obras que todos disfrutamos en nuestras casas. Aunque parezca imposible, existen determinadas plataformas que ofertan contenidos audiovisuales a un precio lo suficientemente competitivo como para que el consumidor no encuentre barreras a la hora de consumir cine.
En España, ejemplos como los de Filmin o Filmotech, videoclubes online que cuentan con cientos de títulos en su catálogo, han sido los primeros en consolidar una oferta lo suficientemente atractiva como para atraer a los espectadores. La oferta del primero de ellos se basa en títulos independientes, apenas vistos en las salas comerciales y a los que es complicado llegar incluso en ese universo casi infinito que representa Internet. Con precios que oscilan entre los dos y los tres euros y con suscripciones mensuales y anuales que permiten ver un número ilimitado de películas en calidad HD y en todo tipo de dispositivos, la propuesta es, al menos, interesante.
El caso de Filmotech es similar, aunque en su catálogo predominen los títulos españoles. Impulsado por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales, este portal ofrece largometrajes, cortometrajes, cintas de animación y series por menos de cuatro euros, en streaming, y con una calidad similar a la del DVD.
El primer paso, el de crear una oferta que pueda interesar al público, está dado. Queda esperar la respuesta de unos internautas que en muchas ocasiones han explicado la existencia de sitios de descarga por la falta, precisamente, de esa oferta a un precio competitivo.
2 comentarios:
Bueno, en teoría no sólo hace falta una Ley Sinde para cerrar esas páginas, también es necesario cambiar la LSSI.
Esta es la explicación que pululante.es dio en el blog de Enrique Dans:
"Una puntualización. (...) Tras la ley Sinde ¡¡enlazar seguirá siendo legal!! ya que no se modifica esa parte de la LSSI. Por eso se quitan de enmedio a los jueces y la decisión de cerrar pasa a tomarla la comisión administrativa de la SS (sala segunda). Para que la incómoda (para ellos) realidad judicial de este país no les moleste."
Ahí queda eso...
Aquí estos servicios están aún en mantillas, pero en EEUU Netflix y ahora Amazon tienen miles de series y pelis en catálogo, disponibles en streaming. Además, con una visión de negocio amplia que evita la vinculación con una entidad de gestión o una cadena de TV: abarcan todo el abanico de producciones.
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